Los problemas anímicos son las enfermedades más frecuentes en los países con un Estado de Bienestar. Son muy comunes, pero la solución depende de analizar el origen y por supuesto va en función de las motivaciones del paciente.

El ser humano se fija en su entorno y en las personas que le rodean, buscando cómo debe reaccionar emocionalmente ante lo que le sucede. Por ejemplo, un niño cuando se cae mira alrededor buscando referencia, si ve a su madre asustada, se asusta y llora, en cambio, si ve a su madre relajada, seguramente no le genere estrés, se levantará y seguirá jugando.

¿Qué porcentaje de tu ánimo depende de ti y qué porcentaje depende de los demás?
La autonomía emocional nos hace capaces de entender y empatizar con el ambiente donde nos movemos, pero sin «contagiarnos» del mismo. Se trata de relacionarnos y estar conectados con nuestro entorno, pero manteniendo un estado de coherencia interna que nos permita elegir cómo sentirnos respecto a lo que nos rodea.

Culpar a los demás de nuestro estado de ánimo es no tomar la decisión de crecer como adultos emocionales y no hacernos cargo de nuestras emociones.

“Porque nadie puede saber por ti. Nadie puede crecer por ti. Nadie puede buscar por ti. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer. La existencia no admite representantes.”

Pakene
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